jueves, 28 de febrero de 2008

Toda una vida dedicada a la medicina y al arte

Antonio Sacramento, médico y artista a partes iguales, es una institución en Valencia. Muchas de sus esculturas forman parte del paisaje urbano de esta ciudad. Una calle lleva su nombre y en su haber tiene, entre otras menciones, cinco premios internacionales y un sinnúmero de galardones nacionales.

"La medicina ha sido toda mi vida hasta hace un año, cuando he tenido que dejar de ejercer a los 83 años. Ahora dedico todo mi tiempo al arte". Después de 60 años ejerciendo la medicina, y más de 50 desarrollando su vocación artística, Antonio Sacramento es un referente obligado tanto en el arte como en la medicina valenciana. Miembro de una familia ilustre de médicos, a los 15 años ingresó en la facultad de Medicina y a los 17 ya realizaba sus primeras operaciones.

Sacramento recuerda su paso por la facultad con cariño: "Ya había comenzado a interesarme mucho el dibujo, y como me pasaba el día haciendo dibujitos por las paredes, los catedráticos empezaron a fijarse en mi afición, e incluso llegaron a encargarme algunos para sus libros. Hasta llegué a tener matrículas de honor por los dibujos".
Ha sido un precursor, tanto en su carrera como en su arte. Como médico y junto a su hermano, el doctor Francisco Antolí Candela, fueron pioneros en operaciones de sordera en España, unas intervenciones que podían durar hasta ocho horas. El mismo espíritu pionero lo ha seguido en su arte, ya que, como explica, "comencé haciendo carteles que nadie hacía, con un estilo propio muy moderno huyendo del barroquismo típico valenciano, atrevido para lo que era entonces Valencia, y empecé a ganar premios como cartelista para las Fallas, las ferias de julio y las de muestras".
El paso lógico siguiente hubiera sido dedicarse a la pintura, pero debido a una discromotopsia no podía pintar del natural, así que continuó con los carteles, ya que "de esta forma sólo tenía que fijarme en el letrero del bote de pintura, así que no podía distinguir los colores, alcancé fama de colorista. Muy curioso".

Por casualidad


La escultura vino casi de casualidad. Las primeras figuras las hizo en sus largas guardias como otorrino en el Hospital Militar de Valencia, en la postguerra. "Para hacer las figuras utilizaba lo que tenía más a mano, las gubias con las que ya no operaba, escoplos y martillos inutilizados. En fin, no podía estar quieto".
La inquietud le llevó a realizar su primera exposición en 1942, en un momento en el que su padre y su hermano gozaban de un gran prestigio como médicos en las altas esferas españolas. Es entonces cuando tiene que decidir utilizar parte de su nombre para exponer sus obras "y no molestar a mi hermano con un Antolí Candela artista, porque entonces no era conveniente mezclar las dos profesiones. El arte me ha perjudicado mucho en la medicina, ya que las dos partes me han mirado mal: aunque en el arte he alcanzado cierta fama, los artistas me han dejado un poco de lado porque no me consideraban uno de ellos, y los médicos no se tomaban en serio mi arte, aunque como médico Antolí Candela tenía mucha fama".

Reconocimiento internacional

Ahora que ha tenido que dejar el ejercicio de una de sus pasiones, la medicina, Antonio Sacramento sigue trabajando en proyectos que espera poder realizar en breve. "Una escultura me cuesta hacerla todos los minutos de mi vida, desde que empiezo hasta que la veo acabada, porque mientras estoy trabajando en ella no puedo pensar en otra cosa". Trabaja todos los días, e incluso sigue exponiendo, como la última y exitosa muestra en el Almudían, una de las salas municipales de Valencia. Además, como hombre inquieto que es, espera poder exponer algún día en el Instituto Valenciano de Arte Moderno. La única espina que le queda es que "a veces hay que luchar con la política para conseguir una sala. No comprendo cómo el arte puede estar condicionado por la política. El arte es siempre arte, independientemente de la ideología del artista". No muchos artistas pueden presumir de tener una calle, cinco premios internacionales y un sinnúmero de galardones y menciones nacionales, además de cinco grandes esculturas de hierro y cemento, que ha donado a Valencia.

Mª Teresa Pérez. Valencia

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